lunes, 5 de marzo de 2012

Balada del "tiburón alfombra"


Un "tiburón alfombra" nada en el arrecife de Raja Ampat, en Indonesia. CHANO MONTELONGO 

Al igual que los yogures, las medicinas o los profilácticos, todo tiene caducidad en este mundo, incluso el mismo mundo que pisamos..., pero lo que nos resistimos a aceptar es que, incluso, las especies de la naturaleza tengan fecha de caducidad (y aquí incluyo a la humana). He tenido la oportunidad de ver y fotografiar a varias especies de riesgo de extinción, pero si entre ellas hay alguna que me ha llamado la atención es, sin duda, es el wobbegong ornate (Orectolobus ornatus) o conocido también como "tiburón alfombra", quizá porque cuando termine por desaparecer, poca gente la echará de menos porque es un animal prácticamente desconocido y que no goza de la popularidad de otros seres vivos como el oso panda, el gorila, el lince, la tortuga boba o el tiburón ballena, todos ellos incluídos también en la lista roja de la World Conservation Union (IUCN).
La primera vez que vi uno fue en Raja Ampat, en Indonesia, en 2004, y también vi a otros en la isla de Halmahera, en Molucas, en 2007. Habitualmente se les encuentra durmiendo bajo los corales mesa, confiados en su perfecto camuflaje. A este escualo al que, más bien, parece haberle caído un piano encima (son planos y su lomo está salpicado de miles de manchas azuladas, como pequeños tatuajes), es una criatura misteriosa y bastante poco conocida. En muchos paises del Sudeste Asiático, la industria pesquera casi ha acabado con ellos: su carne es apta para el consumo humano (a la sartén con patatas fritas, lo prefieren por estos lares) y, además, su piel es tan resistente que se usa para confeccionar cuero de muy buena calidad. Pero poca esperanza hay para un bicho del que apenas se sabe nada, por lo que es muy complicado formular una adecuada regulación sobre una especie casi desconocida y que, además, tiene un apelativo (alfombra) que justifica el que sea pisoteado sin contemplación alguna. Es irónico, pero casi no ha habido tiempo para estudiar y profundizar en los aspectos biológicos de este tiburón y ya casi ha desaparecido de la faz de la Tierra...
Una buceadora descubre un wobbegong bajo unos corales
de la isla Halmahera, en Molucas. CHANO MONTELONGO

Encontrarse frente él, sabiendo que es uno de los últimos supervivientes de su especie, te produce una sensación rara..., por un lado, euforia, al tener el privilegio de admirar un ser tan especial y escaso y, por otro, confusión y desconsuelo, al pensar que pocos ya podrán disfrutar de un encuentro así. Hace un par de semanas, en la expedición a Cenderawashi (Papúa occidental) lo busqué con ahínco y avisé a mis compañeros para que estuvieran atentos, pero tuve poca suerte. Sólo en una de las últimas inmersiones, cuando estaba realizando la parada de seguridad para volver a superficie (que curiosamente -o más bién, irónicamente- es el momento en el que más cosas se ven), me pareció ver uno de ellos, deslizándose sigilosamente entre un campo de almejas gigantes (tridacnas). Me tuve que limitar a verlo en la distancia, pero fue suficiente para que hoy pueda convertir este réquiem por el "tiburón alfombra" en un musical blues, en una balada triste pero esperanzadora..., al menos, aún queda uno.


Perfectamente camuflado sobre un coral. CHANO MONTELONGO



¡Larga vida a los océanos!

2 comentarios:

  1. Me acabas de descubrir una nueva especie de tiburón. Gracias. Ojalá artículos como este ayuden a tomar conciencia de la inmensa riqueza que albergan nuestros océanos y de que tenemos que tratarlos como se merecen, por todo lo bueno que aportan, por ser fuente de vida.

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    1. Gracias, Javier. Para conseguir proteger a la naturaleza, primero hay que dar a conocerla, difundir sus riquezas. Como decía Cousteu: "para proteger la naturaleza es necesario amarla y, para amarla, antes hay que conocerla".

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